A Juan Manuel Sánchez Gordillo
Se alzó aquel dedo –sucio
de arado y tierra– al cielo
y señaló la luna.
“¡Está sucio, está sucio!
¡Ese dedo está sucio!"
–clamaron con vehemencia inquisidora
los sumos hacedores de cavernas y eclipses.
“¡Está sucio, está sucio!” –repitieron los ciegos
en tanto, entre tinieblas, festejaban
la amputación del dedo.
Este cuando dice tacos no se reprime
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