martes, 18 de junio de 2013

La caverna

A Juan Manuel Sánchez Gordillo

Se alzó aquel dedo –sucio
de arado y tierra– al cielo
y señaló la luna.

“¡Está sucio, está sucio!
¡Ese dedo está sucio!"
–clamaron con vehemencia inquisidora
los sumos hacedores de cavernas y eclipses.

“¡Está sucio, está sucio!” –repitieron los ciegos
en tanto, entre tinieblas, festejaban
la amputación del dedo.

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