Reclamaron los pollitos
a papa Gallo un regalo
por completar la primaria
con mucho más que aprobado.
Ante petición tan justa,
papa Gallo, contrariado,
exclamó para sí mismo:
"¡Cómo he podido olvidarlo!
Y, para colmo de males,
mañana de Viernes Santo;
cómo arreglo ahora este entuerto
¡debe estar todo cerrado!"
Por fortuna recordó
que en la población de al lado,
sin excepción laica o sacra,
los viernes había mercado.
Y allí se fue a la carrera,
sin dudarlo, papa Gallo,
seguro de que hallaría
el mejor de los regalos.
No obstante, ante la abundancia
de artículos ofertados,
todo le fue más difícil
de lo que había pensado.
Había dianas, camisetas
del Betis, balones, dados,
combas, trompos, bicicletas,
sacos de maíz tostado,
caramelos, chocolate
juegos de magia, soldados
de plomo y hasta animales
de territorios lejanos.
Ante tanta variedad
Papa Gallo, atolondrado
y sudando como un pollo,
cayó al suelo, mareado.
Fue al levantar cresta y pico
cuando vislumbró a un gitano
que exponía en su tenderete
un hermoso papagayo.
Y, sin pensarlo un instante,
pidió precio y, regateando,
se hizo con el ejemplar
a un coste casi de saldo.
No cabía en sí de gozo
con su compra papa Gallo,
pero, al poco, su alegría
se mudó en triste quebranto.
Y es que de que recibieron
los pollitos su regalo
por el corral van y vienen
¡siempre tan desorientados!
sin saber a quien prestar
atención: si a papa Gallo
o, por contra, al cordial
y elocuente papagayo.
a papa Gallo un regalo
por completar la primaria
con mucho más que aprobado.
Ante petición tan justa,
papa Gallo, contrariado,
exclamó para sí mismo:
"¡Cómo he podido olvidarlo!
Y, para colmo de males,
mañana de Viernes Santo;
cómo arreglo ahora este entuerto
¡debe estar todo cerrado!"
Por fortuna recordó
que en la población de al lado,
sin excepción laica o sacra,
los viernes había mercado.
Y allí se fue a la carrera,
sin dudarlo, papa Gallo,
seguro de que hallaría
el mejor de los regalos.
No obstante, ante la abundancia
de artículos ofertados,
todo le fue más difícil
de lo que había pensado.
Había dianas, camisetas
del Betis, balones, dados,
combas, trompos, bicicletas,
sacos de maíz tostado,
caramelos, chocolate
juegos de magia, soldados
de plomo y hasta animales
de territorios lejanos.
Ante tanta variedad
Papa Gallo, atolondrado
y sudando como un pollo,
cayó al suelo, mareado.
Fue al levantar cresta y pico
cuando vislumbró a un gitano
que exponía en su tenderete
un hermoso papagayo.
Y, sin pensarlo un instante,
pidió precio y, regateando,
se hizo con el ejemplar
a un coste casi de saldo.
No cabía en sí de gozo
con su compra papa Gallo,
pero, al poco, su alegría
se mudó en triste quebranto.
Y es que de que recibieron
los pollitos su regalo
por el corral van y vienen
¡siempre tan desorientados!
sin saber a quien prestar
atención: si a papa Gallo
o, por contra, al cordial
y elocuente papagayo.
Jajaja, me encantó!!! Lo leí de un tirón.
ResponderEliminarSuele suceder cuando con los papagayos.
Estos dos versos me hicieron reír, no sé porque me recuerdan a Cuba (Locuras de domingo, vio?)
Papa Gallo, atolondrado
y sudando como un pollo.
Besos
No lo entiendo muy bien, aunque lo intuyo
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