Aquella
mañana, los manipuladores del lenguaje decidieron denominar a la pala
sauna. "¿Cómo un obrero puede pretender hacer uso de privilegios
reservados a los selectos?" -le dijeron, solemnes y distantes, las
sanguijuelas del sudor ajeno. Aquella mañana, trabajando en unas
condiciones penosas como nunca, descubrió que podía utilizar uñas y
dientes.
Hora de ponerlo en práctica, vamos al abismo.
ResponderEliminarLas sanguijuelas del sudor ajeno suelen ser los hombres ricos y sin escrúpulos que gobiernan el mundo
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