Mi vecina Matilde, a sus 82 años, se aburre yendo a misa tanto como viendo un telediario. Se ha hecho socia de una ONG que cuida mayores con problemas de movilidad. Y allá que se va todos los días a cuidar a la nonagenaria Eulalia en su casa. La despierta y asea, le da de desayunar, le hace la compra, le prepara el almuerzo, y come con ella. Su mayor problema es que se trata de una viuda millonaria y el patriarca de los “Testigos de Jehová” anda detrás de su fortuna para impulsar causas divinas. Y como Eulalia tiene su mente un poco “ausente”, entre ambos rivales ya le han hecho firmar seis testamentos diferentes. Unos con la secta como beneficiaria, y los de Matilde, en que lega sus riquezas a las Hermanitas de los Pobres.
© Carlos Parejo Delgado
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