Faltaban poco más de ocho meses. Sin duda alguna así sucedería. Sería el
7 de abril de 2013, a las 10 menos 10 de la mañana. Un día lluvioso y
frío que, contra todo pronóstico, no caería en domingo, ni en ningún
otro día de la semana, porque lo robarían de amanecida, ladrones de
partículas. Faltaban poco más de ocho meses, pero yo aún no puedo
recordarlo: este es el año del señor de 1960, y creo que todavía no he
nacido. Me apetece dejarlo todo escrito, bien descrito, es decir, con
todo lujo de detalles que a nadie le interesan. Pero no tengo tiempo, y
soy analfabeto emocional, pese a mi gran e inútil intelecto.
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