jueves, 15 de diciembre de 2011

Tribulaciones de una crisálida (XVI)


Dos veces cada día en el reloj, silente, tras su muerte, la hora exacta. Pero es sólo una herrumbre sin futuro, sudario sin aliento de un ahora ahogado en la zozobra de lo ausente. Dos veces la hora estática, el espectro, exánime epitafio del olvido.

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