NO ENCONTRÁBAMOS mayor placer que el de bajar a la playa en las frías mañanas de espesa niebla. Una vez allí nos desnudábamos y, ateridos y violentos, fornicábamos hasta la extenuación mientras nos arañábamos y mordíamos con saña y llorábamos desconsolados celebrando la eterna defunción del horizonte. Después volvíamos a casa y, tras lamernos las heridas, a veces, en la calidez del lecho, hacíamos dulcemente el amor. Pero no era lo mismo. No, tan lejos el uno del otro.
Si es que ya lo digo yo.... la rabiosa naturaleza nos quita todos los males, acorta distancias y ese baño de arena nos embadurna de dicha.....¡¡¡Hala, a la duchita ahora, antes de que el gobierno nos suba el recibo del agua que verás que pronto lo hace !!!
ResponderEliminarBesotes
Unos microcuentos preciosos ..como te decía
ResponderEliminarA mi me gustaria leelos en un libro.Que no te de pereza...
Mas besos!!