domingo, 6 de diciembre de 2009
Invierno
Ya el tiempo aquél
De cálidas auroras
Se pudre sepultado en el invierno
Lentamente
La nieve
Alarga su agonía
Aguda como el filo de una espada
Colmada de laureles de antemano
Y atada a un hambre antigua de alacranes
Que infecta de aguijones piel y espasmos
Desde el poso oxidado de los años
Un cortejo de pájaros metálicos
Chirriando igual que un gozne anquilosado
Se eleva con el vuelo hecho pedazos
Y emigra al interior de los sepulcros
Silente como un canto degollado
Allí gime un cadáver
Carne viva
Que enclaustra en su interior el alma muerta
Del sueño de una noche de verano
Quimera que queriendo ser hoguera
Cayó en las entretelas de un mal trato
Quedándose varada entre la arena
Precaria que presagia un hielo hiriendo
Mortalmente la lumbre en los espejos
Quebrados por la sal de un mal recuerdo
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