viernes, 6 de marzo de 2009

Devoción (de Alejandra Pizarnik)


Debajo de un árbol, frente a la casa, veíase una mesa y sentados a ella, la muerte y la niña tomaban el té. Una muñeca estaba sentada entre ellas, indeciblemente hermosa, y la muerte y la niña la miraban más que al crepúsculo, a la vez que hablaban por encima de ella.

–Toma un poco de vino –dijo la muerte.

La niña dirigió una mirada a su alrededor, sin ver, sobre la mesa, otra cosa que té.

–No veo que haya vino –dijo.

–Es que no hay –contestó la muerte.

–¿Y por qué me dijo usted que había? –dijo.

–Nunca dije que hubiera sino que tomes –dijo la muerte.

–Pues entonces ha cometido usted una incorrección al ofrecérmelo –respondió la niña muy enojada.

–Soy huérfana. Nadie se ocupó de darme una educación esmerada –se disculpó la muerte.

La muñeca abrió los ojos.

7 comentarios:

  1. Inquietante la entrada...la muerte y una muñeca,que imagino será de esas antiguas con pelo natural cuyas caras al mirarme me asustaban...esos ojos al abrirse..uff ,ya imagino el sonido del pápado al caer.
    Besos
    Dafne

    ResponderEliminar
  2. Alejandra siempre "jugando" con la muerte... Me impresiona tanto! Me estremece y, a la vez, me gusta.
    Pero "jugó" demasiado con la oscuridad, o el sufrimiento demasiado con ella.

    "Toda la noche escucho el llamamiento de la muerte, toda la noche escucho el canto de la muerte junto al río, toda la noche escucho la voz de la muerte que me llama.
    Y tantos sueños unidos, tantas posesiones, tantas inmersiones en mis posesiones de pequeña difunta en un jardín de ruinas y de lilas. Junto al río la muerte me llama. Desoladamente desgarrada en el corazón escucho el canto de la más pura alegría". A. Pizarnik


    Un beso, Rafa. Y gracias por "compartirla" con nosotros.

    ResponderEliminar
  3. Me estremece Pizarnik, tambien leerte.

    Rafa y esa sensibilidad que hace que las palabras casi puedan tocarte.

    Besos.

    ResponderEliminar
  4. La Pizarnik, genio único. Impresionante, por supuesto. Los golpes sutiles de sus palabras... ¡Ah, cómo calan hondo! ¡Ah, cómo duelen!

    ResponderEliminar
  5. Paralizante la imagen que describes. ¿Hay algo más terrorífico que una muñeca con los ojos muy abiertos? (Casi más que una muerte huérfana, casi más que una niña que conversa con ella...)
    Besos, Rafa, eres un artista.

    ResponderEliminar
  6. ¡Qué bonito, Rafa! Jolín! Yo creo que tenemos que disfrutar de nuestra muerte mientras estamos vivos, nos pertenece, después de muertos ya no será posible. Me encanta y disfruto leyendo a Alejandra, y a ti, tus poemas.

    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar
  7. No quiero morirme, al menos por ahora (seguro que después diré lo mismo) pero me fascina el tema de la muerte, da para tanto por ese misterio de que nadie puede contradecir, ni probar nada del "después", que este texto me llamó.
    Es muy bueno, con un final excelente. ¡Está cruel esa muñeca Rafa!
    Besos

    ResponderEliminar