Creciendo en sí
Lleva un cadáver.
Su solo afán
Es desterrarlo
Pausadamente
De la morada
Que, a duras penas,
Ya lo sostiene.
Así su carne
Muda en madera.
Graves astillas
Crecen filosas
Hacia su adentro
Sin compasión
Mortificando
Su paso inerme.
Sin voz ni calma
Se hace ataúd
Donde un estruendo,
Lengua cortada,
Pudre las aguas
Del vasto mar,
Ya sin orillas,
Que eran sus sueños.
Creciendo en sí
Lleva un cadáver.
Y clama insomne,
Sin fe en sus ruegos,
Que lo abandone
O que, de un golpe,
Cubra de tierra
Su piel sin tiempo.
¡Menos mal que existes! Hoy me identifico contigo y tu poema. Estoy tan congelada!
ResponderEliminarUn besito, Rafa
Tiene un tono este poema cuando se lee, que se deja ir solo...
ResponderEliminarJoder, que bueno eres escribiendo hombre!
Besos.
Qué bonito Rafa… ¡Qué bonito!
ResponderEliminarSi supieras, lo que más me ha gustado es la repetición de los dos primeros versos en la última estrofa; le da cierto aire melódico.
Bonitas metáforas, como siempre.
Gracias por leer aquella “cosa” que colgué hace cinco meses y nadie había visto. Yo decía…”Ay Vivian, tan feo está?
Te mando un beso.
Mañana me voy a trabajar, nos veremos para el fin de semana.
pues me temo que el muerto está bien , el que no lo está es el que lo contempla , que como no sabe que está bien sólo cotempla el spejo-ataúd qiue lo va a atar a la vida...lo malo son los vivos...sobre todo si temen esa "muerte" mucho antes de que acontezca.
ResponderEliminarun abrazo
Todos llevamos un cadáver dentro, sólo es cuestión de tiempo, ese es nuestro¿terrible?¿natural? destino...
ResponderEliminarYo llevo a cuestas docenas de cadáveres, pero ya me he acostumbrado, mis edades se suceden unas a otras multiplicando fallecimientos, ya ves, eso que llevo aprendido para cuando me pongan la soga al cuello.
ResponderEliminarCaldito de pollo con picatostes calentito y vasito de tintorro