(Lo supo por la radio. Aquel inmenso atasco -que, según anunciaban, se prolongaría aún por varias horas- tenía su origen en el comienzo de una oferta en el centro comercial más de moda del momento).
Cuando aquella noche llegó a la República Independiente de su Casa, sospechó, por los gozosos y escandalosos gemidos de la Presidenta, que ésta lo había despojado, sin previo aviso y sin observar los cauces legalmente establecidos para el caso, de su condición de Primer Caballero. El ojo de la cerradura confirmó lo que era casi una total certidumbre. Lejos de tratar de restituir lo que se le antojaba como legalidad democrática mediante un alzamiento en armas –teniendo en cuenta, entre otros motivos, que en ese momento ya había en aquel limitado territorio un vigoroso alzamiento perpetrándose, así como por sentirse de algún modo aliviado al verse descargado de las arduas responsabilidades que le eran exigidas por el desempeño de su cargo-, decidió renunciar a sus firmes convicciones republicanas y, a fin de dar utilidad a la corona con la que acababan de ungirlo, terminó por fundar un pequeño principado en una pensión situada en el lado opuesto de la ciudad. Más que nada por estar lejos de IKEA.
Fotografía: Christian Maury.
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Es genial empezar el día con una lectura así pero me queda la siguiente duda: cómo haría el antes llamado "primer plato" para cruzar por la puerta de su nuevo principado con tremendos cachos jajaja...
ResponderEliminarPor fortuna después llegan los luminosos, claro está que antes deben sobrellevarse los dolorosos y pulir los cachitos hasta que desaparecen por completo...
Un abrazo Poeta, que tengas un buen día.
He comprado varias cosas en IKEA, me gutsa tanto el diseño como las cosas originales que tienen.
ResponderEliminarYa, ya, me he ido por los cerros de Úbeda.
Besos
Jajaja que bueno el relato, buenísimo el juego de palabras, el como has usado todos los componentes de ese anuncio y desarrollado una historia con ellos.
ResponderEliminarMás besos.
Teniendo en cuenta que la cosa va de cuernos, digo yo que no tendrá nada que ver que estos comprasen los muebles en Ikea y que por los paises nórdicos andaban los vikingos. No sé, al final, con cosas como estas nos vas a terminar convenciendo de que nos volvamos monárqucos. Siento el despiporre verbal, debe ser el porro... No sé.
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