La pasada madrugada,
Azuzado por la ausencia
Y por el miedo a perder
Su recuerdo entre la niebla,
La he querido retener
En el color de un poema.
Y he pintado con estrofas
Manos blancas como perlas,
Su mirada como el cielo
Y sus labios como fresa,
El oasis de su vientre
Y su áurea cabellera.
Mas mi oda, con el alba,
Sepulté en la papelera,
Al pensar que no sería
Nunca fiel a su belleza
Ni su poeta angustiado
Digno, en la vida, de ella.
como podes mantener tanta metrica no lo se... pero es algo que a mi a duras penas me sale... Mis aplausos!!
ResponderEliminar¿y ella sabía del dolor del poeta?
ResponderEliminarEso digo yo, igual que Larrey... ¿Conocía la moza en cuestión que era causa de desvelos y ánimo de versos peregrinos...? Qué injusta es, a veces, la inspiración.
ResponderEliminarVino y besos.
Es uno de los poemas más bellos que te he leído.
ResponderEliminarPrecioso de verdad.
Un beso poeta. :)
Suena a una gran belleza, pero alguien que compone versos así para ella es más que digno en mi opinión. Beso
ResponderEliminarUsagi, sólo es cuestión de práctica y mucha lectura poética. Con esos dos ingredientes y el tiempo no es demasiado difícil.
ResponderEliminarLarrey, Kay, hay algunas ocasiones en las que casi no nos queda más opción que no querer saber. Por doloroso que sea para uno mismo y para los demás.
Gracias, mamen.
Leuma, puede que tengas razón. Digamos, pues, "inadecuado".
Yo creo que lo que se retiene en un verso permanece siempre y, el instante en que ello sucede, lo imagino eterno
ResponderEliminarMuchos besos