viernes, 1 de junio de 2007

Los disfraces de su nombre

El teclado armónico de su risa fina

a la alegre música de un pájaro iguala.

Rubén Darío.


El nombre que, prohibido,

Ulula en mi memoria latiendo como llaga,

Aflora en mis poemas, lamido de metáforas.

Imposible el aullido

Asola su veneno mi retórica.

el

4 comentarios:

  1. Anónimo1 de junio de 2007, 17:40

    ¿Marmolina?
    ¿Margarita?
    ¿Mortadela?
    ¿Lilamorgan?????????

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  2. Anónimo1 de junio de 2007, 19:42

    Carlos Cano que estás en los versos,
    santificado sea tu nombre
    y maldito sea ese dios,
    si existe,
    que nos dejó sin tu voz.
    Bacalao dorado y Mateus rosado (por aquello de Portugal...)

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  3. Anónimo1 de junio de 2007, 19:48

    Loquita, Lilamorgan me gusta, pero no.

    Kai, podría, podría ser Carlos Cano, jajajajaja.

    Pero no os empeñéis, son muchos disfraces como para descubrirlo. Nada es lo que parece. O no debiera.

    Vino del Condado y banderillas republicanas.

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  4. Anónimo2 de junio de 2007, 18:42

    Citas a Rubén, en cuyo honor mi coche Renault Clio fue bautizado. Esta mañana -sábado - he estado escuchando a Horacio cantar a la Virgen de la O.

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