Por aliviarte tú sed
Llené mis manos con agua,
Tú te negaste a beber
Y se colmaron de lágrimas.
Ya no podrán endulzar
Otras bocas, otros labios,
Que en sus manijas de sal
Crece un yermo desolado.
Y en el celeste sin lluvia,
Que mis veneros amputa,
Sed, desprecio, sal y arena
Al olvido me condenan.
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