Ha llegado el Presidente Chaves (probablemente inspirado por el sin par descubrimiento de Cejudo –Presidente de la Diputación de Huelva-, que anunciara no ha mucho que un buen modo de luchar contra el cambio climático está en construir carreteras a mansalva) a podernos prometer y prometernos tres puentes y una carretera para unir Huelva con Punta Umbría -muy rápidamente- hiriendo de hormigón, muerte y asfalto el Paraje Natural de Marismas del Odiel, a la sazón Reserva de la Biosfera.
Y, lo cierto, es que no era de extrañar en esta larga campaña electoral que llevamos sufriendo desde hace meses, disfrazada ya de referéndum de Estatuto, ya de inauguraciones y saraos varios. Más aún si no ha habido ni una sola fuerza política en Huelva que no haya puesto sobre el tapete electoral la promesa u oportunidad de un nuevo puente lesionando Marismas del Odiel, aunque sólo fuese diseñado para soportar servicios de transporte de carácter público y colectivo.
No hace mucho, un político amigo me dijo, ante mi oposición a muchos de los proyectos que revestidos de modernidad y progreso proliferan en la actualidad, “es que tú, Rafa, quieres cargártelo todo”, refiriéndose a que con mi interés por proteger y conservar el patrimonio de todos, incluido el que le corresponde a bichejos y flores, era un bárbaro contrario a todo progreso. Así que, en ese afán que prima en mí por volver a las cavernas, por, más que cargármelo todo, conservar todo lo que sea posible, el anuncio de Chaves no me ha intranquilizado en absoluto. Estoy seguro de que tan faraónico proyecto no se llevará a la práctica por la oposición al mismo de la, no precisamente organización ecologista, Unión Europea, que ya amenazará con recortar algún que otro fondo comunitario si el Gobierno Andaluz se empeña en seguir adelante con sus aviesas intenciones.
Lo que si me preocupa son las críticas del conjunto de la oposición al anuncio de Chaves. O, mejor dicho, el tenor de las citadas críticas. Porque ni un solo partido político ha mostrado abiertamente su disconformidad ante el anuncio presidencial, por el daño irreparable que dicho proyecto ocasionaría en el Paraje Natural, sino más bien por su carácter electoralista. De este modo, parecen decirnos: esto no es más que una promesa electoral, como otras muchas, destinada a no cumplirse, y, pasadas las elecciones, nada más se sabrá acerca de este puente que tanto deseamos. Y nos quedaremos con la miel en los labios. Yo por el contrario, y al menos por esta vez, estaré feliz de que los políticos mientan tanto como hablan durante las campañas electorales.
Pero me hubiese gustado escuchar al representante o candidato de algún partido decir, que, en función de la amenaza ya cierta que se nos viene encima con el cambio climático, y que en buena parte viene ocasionada por nuestro modelo de transporte y su estrecha relación con nuestros modelos urbanístico y territorial, es preciso dejar de plantear propuestas para incrementar la movilidad, y la consiguiente emisión de gases con efecto invernadero, para pasar a idear el modo de aumentar la accesibilidad, reduciendo a su vez los desplazamientos motorizados. Y que, en el marco de esa nueva filosofía dirigida a salvar, no al Planeta, sino a la Humanidad, de los efectos de las barrabasadas que ella misma ha cometido, no cabe ni un centímetro cuadrado más de asfalto ni una palada de hormigón para los pilares de un puente. Y que, por todo ello, amén de por los gravísimos impactos sobre el Paraje Natural, esos tres puentes y esa carretera no se deberían hacer bajo ningún pretexto.
Pero no, estos politicuchos de tres al cuarto que nos han tocado en pésima suerte, identifican modernidad, como ha dicho una de las candidatas, con seguir avanzando hacia el abismo que nos hemos fraguado, con las prisas y con el tiempo es oro, en lugar de con el tiempo para la vida, con el asfalto como lápida en lugar de con los paisajes como único espacio vital capaz de garantizar nuestra supervivencia. Y cacarean y cacarean su intención de responsabilizarse contra cambio climático, perdida de biodiversidad y un sin fin de otros problemas ambientales, pero a la hora de actuar no hacen otra cosa que favorecerlos. De modo que todos ellos no son más que unos irresponsables sin escrúpulos, así como cómplices declarados de la muerte futura de los millones de seres humanos que perecerán como consecuencia de los impactos ambientales de carácter global que están propiciando y que ya han sido advertidos hasta la saciedad por la comunidad científica internacional. Pudiera parecer que me he terminado yendo por las ramas –como tengo vocación de hombre-mono-, pero no es así, por que lo del puente de Chaves no deja de ser, además de síntoma y ejemplo, una mera anécdota de la tremenda irracionalidad que, con tintes criminales, campa hoy a sus anchas en los ámbitos políticos, conduciéndonos al desastre a velocidad inusitada. Quizá para eso el puente electoralista, para llegar antes al desastre.
Así que, haciendo una versión libre de una famosa, lo que no quiere decir que sea buena, canción, no me queda más que decir que… “que los detengan, que son muy peligrosos…” Y no me estoy refiriendo sólo a pararles los pies. Aunque para ello habría que reformar en profundidad el Código Penal, para incluir como delitos muchos de los que hoy sólo son considerados como privilegios de los políticos.
Agrrrrrrrrrrrr Rafa no me pongas esas fotos k me perturvassssssssss... ainssssssssss k hombre este, via tene que deja de entrar aqui mientras lleve una obra hacia delante... peroooooooo ya tengo fondo pal siguiente juasssssssssssss
ResponderEliminarTu Mar
los políticos ... frenar la construcción ... con los intereses que hay por medio ... y por todos lados? ¿paralizar la economía? que dirían muchos ...Uff ¡ójala!
ResponderEliminarBuen día ...lluvioso y airado PAQUITA
Es complicado tener una opinión cuando me quejo de los atasco, utilizo autopistas casi cada mes...supongo que la clave está en el equilibrio. Pero hay que asumirlo, el ser humano es el virus más resistente de la naturaleza, puede con todo, tanto incluso que tiene previsto a largo plazo cargarse la tierra.
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