Y, como casi siempre ocurre, el general se mantuvo a salvo tras las lineas de ataque y mandó a morir a sus soldados. De regreso a la retaguardia el general fue condecorado y ascendido, la tropa fallecida sólo mereció una corona de laurel al pie del monumento al soldado desconocido. Siempre hubieron clases y nunca se supo cuántos descastados murieron en el combate. Ron miel y anacaldos
...Y el trueno se hizo lamento...
ResponderEliminar!Dejadme, de herencia, la esperanza!
El aliento asqueado de la lincesa ha completado el texto de un modo sublime.
ResponderEliminarBesos en peligro de extinción.
... y murieron con las botas puestas... comidas de barro y un hedor pestilente... digno de un tal k "buscaba armas kimicas"...
ResponderEliminarTu Mar
Y, como casi siempre ocurre, el general se mantuvo a salvo tras las lineas de ataque y mandó a morir a sus soldados. De regreso a la retaguardia el general fue condecorado y ascendido, la tropa fallecida sólo mereció una corona de laurel al pie del monumento al soldado desconocido. Siempre hubieron clases y nunca se supo cuántos descastados murieron en el combate.
ResponderEliminarRon miel y anacaldos
¡Coño con el general!
ResponderEliminarY los disparadores, siempre tan serviles. El miedo, lo que hace el miedo.
PAQUITA