Yo que mis salmos alzara a tu paso
Y comulgara en la luz de tu risa
Peno entre sombras ignotos pecados
Y entono cantos de amarga ceniza.
Yo que buscase al albor de tus ojos,
Faro, cobijo, camino y destino,
Hoy sin mirada e hincado de hinojos
En mis rüinas blasfemo perdido.
Y ante el altar carcomido del templo,
Ya sin abrigo de culto ni tiempo,
Me aferro a la improbable apostasía
De la desmemoria. Pero el recuerdo
De viejas liturgias sopla en el viento,
Dispersando mis ansias de herejía.
Y comulgara en la luz de tu risa
Peno entre sombras ignotos pecados
Y entono cantos de amarga ceniza.
Yo que buscase al albor de tus ojos,
Faro, cobijo, camino y destino,
Hoy sin mirada e hincado de hinojos
En mis rüinas blasfemo perdido.
Y ante el altar carcomido del templo,
Ya sin abrigo de culto ni tiempo,
Me aferro a la improbable apostasía
De la desmemoria. Pero el recuerdo
De viejas liturgias sopla en el viento,
Dispersando mis ansias de herejía.
A ves el pecar no hace más que hincarte más los clavos al madero, creyendo que que así sangraras menos aunque duela más. Pero no es así, quizás la sangre sea menos abundante, pero porque ya das con el hueso...
ResponderEliminarBesos en esas heridas de tu Mar
Impresionante.
ResponderEliminarUn abrazo, Mamen.
Mar, el inventario de los pecados está lleno de falacias. Es como se decía antiguamente de los "residentes" en los manicomios: Ni son todos los que están ni están todos los que son".
ResponderEliminarMamen, poeta, gracias.
Muchos besos.
... no hay más loco k un cuerdo...
ResponderEliminarTu Mar