Que sea de invierno.
Que tarde más en llegar la madrugada,
Y, afuera,
El frío
Nos haga sentirnos remisos a enfrentarnos con el día
Por ese rechazo pesado que provocan
La crudeza inmisericorde de la intemperie,
Y los jirones vivos de esperanza
Que nos arrebatan las despedidas.
Que la bruma forme un muro
En tus puertas y ventanas,
Para pedirte romper,
Entonces,
La maraña sacrosanta
De las normas.
Pues si..., sin lugar a dudas las noches de invierno son más cálidas con el roce de los cuerpos bajo las sábanas. No hay mejor lumbre que una caricia. Esa fuente de energía memorable que no admite opas hostiles de compañías energéticas, esa que no cotiza más que en la bolsa de los deseos. Después, al llegar el amanecer, limpiamos el vaho de la ventana, contaminado de gemidos, para ver que todo, aparentemente, sigue igual.
ResponderEliminarCroasant con chocolate y café con leche.
¿A qué sí?, Manolo. Gracias por las felicitaciones. A ver cuando organizamos un encuentro cervecil.
ResponderEliminarAbrazos
HEY!! veniros a la Feria...
ResponderEliminarMar
Las normas ¿por qué sujetarse a normas que nos esclavizan? en fin ... caúno es caúno. PAQUITA
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