El tsunami turístico del centro de Sevilla ha ido paralelo a la emergencia de las nuevas tiendas de recuerdos o souvenirs, que han ido invadiendo las calles y barrios del Casco antiguo situados en las proximidades del triángulo mágico por número de visitantes (el de la Torre del Oro-Alcázar-Catedral) y cuyas olas se prolongan cada vez más y más lejos.
Las tiendas de recuerdos tienen un aspecto exterior bastante vulgar que afea la escena urbana, lo que no impide que hayan surgido a decenas, como por un mágico ensalmo. Tanto, que en otras ciudades españolas como Tarragona, se está prohibiendo la exhibición en la calle de determinados artículos. Algunas tiendas, incluso, pintan las paredes de lunares, como si fueran casetas de feria.
Además, los azulejos parecen reñidos con las tiendas de recuerdos y están olvidados en la decoración de sus fachadas, donde reinan vulgares letreros de plástico y metacrilato. Desde la Puerta Jerez a la plaza Ponce de León, pasando por la Avenida, la calles Cuna Tetuán o Sierpes, y Las Setas, hay decenas de nuevas tiendas de recuerdos que presentan en sus escaparates los eslóganes típicos y tópicos de Sevilla ciudad, desde que la visitaban los viajeros románticos en el siglo diecinueve: el torito bravo, la flamenca, el abanico y algún monumento destacado como la Torre del Oro.
Además, la benevolencia municipal hace que estas tiendas de recuerdos saquen a la calle, todo tipo de artículos como trajecitos de flamenca, guitarritas, toritos, postales, etc, perjudicando el complicando tráfico peatonal en horas punta de avalancha turística.
Estas tiendas venden una variopinta gama de artículos fabricados industrialmente o en serie para el turista de alpargatas, mochila, camiseta, botellita de agua mineral y sombrero de paja.
Artículos de esos que, además de ser baratos, se pueden meter el cualquier rincón de la maleta. Parece no importar su precaria calidad y lo tópico de sus propuestas, a veces de dudoso buen gusto.
Y tal como están estos artículos arracimados y desperdigados por la tienda - como en un bazar oriental -, el turista entra y se lleva la giralda o la flamenca o un delantal y una camisetita con el torito bravo o la Giralda; y si es más delicado, un vaso de loza con letreros de Sevilla o unas miniaturas de la Torre del Oro o la Giralda o de los nazarenos de Semana Santa. El torito ibérico y la flamenca o gitana siguen cohabitando, más de medio siglo después de que se pusieran de moda, sobre los televisores de los millones de turistas que visitan anualmente la ciudad.
Además, lo que más se vende - por menos de tres euros- son las postales, sobre todo las de carteles antiguos de feria, los imanes para el frigorífico y los llaveros, con las siluetas de monumentos como la Giralda y la Torre del Oro o la imagen de la Macarena. Respecto a los vasos de loza o plástico, se adquieren de todo tipo. Desde figuras geométricas a castañuelas, toros… Para los más jóvenes están también los vasos de chupito con todo tipo de estampados: ILoveSevilla, NO DO, flamenco, zapatos…
Los abanicos y los mantones de manila de poliéster bordados a máquina y las peinas de plástico fabricadas industrialmente ocupan ya un lugar secundario.
¿Hacia dónde vamos? La camiseta de una estrella de fútbol mundial convive con otra que asegura que la siesta es el yoga andaluz en cualquiera de estas tiendas, por citar sólo dos cosas chorras visibles a los ojos de todos, incluso de los sevillanos.
(¢) Carlos Parejo Delgado
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