En Coñodelabernardistán nunca estuvieron bien vistos, por parte del fundamentalismo político-religioso patrio, los coños insumisos. Los acólitos del yugo, la mordaza y el cilicio siempre se encontraron infinitamente más a gusto entre los coños odedientes —qué remedio—, que eran objeto de sucio mercadeo y vejación en los prostíbulos.
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