Letizia y el escolta
Suele acabar el plebeyo
que se emparenta con reyes
y codea con la nobleza,
cogiendo pronto los vicios
que aquejan a la realeza.
Y es muy raro que, tomada
de la mano de esos vicios,
no camine la torpeza.
Así, el jueves, en Sevilla,
dio Letizia, como suele
su suegro, un buen tropezón
y, como es doña perfecta,
echó la culpa a un escolta
por no dar la voz de alerta:
"¡Ojo, Leti, un escalón!"
Debiera haber conocido
a mi padre esta engreída.
Él le habría aconsejado,
para caminar sin riesgos,
no ir mirando para arriba.
En fin, la Reina tiene mal humor ante el pánico escénico
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