lunes, 12 de agosto de 2019

Alberto Cortez, sempiterno cantautor protesta. (Carlos Parejo)


Artículo publicado originalmente en la Revista La Comuna (revistalacomuna.com), el 8 de abril de 2019

Tras la muerte del cantautor de origen argentino y destino universal, Carlos Parejo le rinde merecido homenaje.

Se ha muerto nuestro querido Alberto Cortez. Ese cantautor que creíamos casi eterno. Empezó a tocar el piano en su Argentina natal a los seis años y a componer canciones con doce: su primera pieza fue Un cigarrillo, la lluvia y tú. Con dieciséis, forma el conjunto folklórico “Los Andariegos”, pero su padre le niega el permiso por sus malas calificaciones en el colegio. Y eso que ya era un hombretón que medía cerca de dos metros; pero un hombretón tan afable que en el colegio le llamaban Chiquito García.

A los dieciocho empieza a estudiar la carrera de Derecho, ya independizado de su familia; Y va pagándose la Carrera con actuaciones nocturnas en boîtes y salas de fiesta bonaerenses. Hace entonces sus pinitos como solista de una orquesta de jazz, bautizándose con el nombre artístico de Alberto Cortez, que le acompañaría de por vida.

En 1960, con apenas veinte años se viene Europa con una guitarra y una maleta repleta de canciones. Se casa con una joven belga y en el año 1964 llega a España. Participa como autor en el festival de Mallorca con la canción melódica “Me lo dijo Pérez”. No gana, pero el tema interpretado por cantantes como Karina, Moncha o Los Tres Sudamericanos se convierte en un éxito universal. Y le vino el éxito después de tanto esfuerzo y de luchar con tantas dificultades desde adolescente.

Empieza a grabar discos con la orquesta de Waldo de los Ríos en Madrid; aunque imagina otros mundos más libres y solidarios mientras cuenta estrellas por la noche. En el año 1967 canta en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, rompiendo totalmente con su vida profesional anterior, hasta entonces mucho más frívola. Ante el asombro de la audiencia, canta canciones revolucionarias. Se trata de poemas de Atahualpa Yupanqui, Jorge Dávalos y Pablo Neruda musicalizados. Y es que fue uno de los primeros cantautores protesta hispanos, de los llamados cantautores “rojos” en la España franquista. Sería pionero –junto a Paco Ibañez– en ponerle música a poetas malditos y prohibidos como Miguel Hernández o Antonio Machado.

Joan Manuel Serrat retoma la antorcha encendida por Alberto Cortez (año 1969) y presenta un trabajo discográfico con canciones con textos de Antonio Machado en donde incluye un par de ellas con música de Alberto Cortez, “Retrato” o “Don Guido” y “Las moscas”. Da un nuevo giro. En 1971 el gobierno mexicano adopta y utiliza su canción ecologista “Mi árbol y yo” para una campaña nacional de reforestación. Y ya con el cantautor Facundo Cabral inicia un espectáculo creado exprofeso para los dos, llamado “Lo Cortez no quita lo Cabral”. Se estrena en México en el Teatro de la Ciudad. También actúa con Pablo Milanés en el Teatro Nacional de Santo Domingo, en el marco de dos conciertos históricos denominados “De poeta a poeta” con cien representaciones. Curiosamente, sus amigos serán muchos y fieles y le durarán toda la vida: Facundo Cabral, Joan Manuel Serrat o María Dolores Pradera. Y así van pasando las décadas y – como Antonio Machín o Charles Aznavour – llega a frontera de los ochenta cantando por numerosos países de los cinco continentes.

¡Qué vida tan bien vivida y aprovechada! ¡Cuántos miles de personas se hicieron un poco más idealistas escuchando tus canciones que clamaban con dulzura y nostalgia por un mundo más justo y solidario!


(¢) Carlos Parejo Delgado

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