Hoy los tecnócratas al servicio de las mafias político-económicas del totalitarismo financiero, nos hablan de ciclos de vida y economía circular como la panacea, la solución definitiva al problema de los residuos. Y desde el populacho, una vez más, depositamos nuestra fe ciega en sus postulados, por adulterados, interesados y aberrantes. Porque mercado obliga y, de aquella ecopolítica de las tres 'R' —reducir, reutilizar y reciclar, con este orden inalterable de prioridades—, hemos terminado, para mayor gloria del capital, cayendo en la trampa del reciclaje. Una trampa que, para más inri, propicia el milagro diabólico de la multiplicación del plástico en el organismo de los peces. Y en nuestra sal de mesa.
¿Qué es economía circular? Buena pregunta.
Economía circular es, por ejemplo, consumir el contenido de una botella de vidrio de un solo uso —una buena cerveza o un buen vino—, echarla al contenedor verde y, más tarde, fundirla para fabricar otra botella de un solo uso. Economía circular de un solo ciclo que contribuye a que continuemos rodando hacia el abismo del colapso ecológico global.
Economía circular es también utilizar una botella de vidrio retornable, devolverla al tendero para que se la recojan, la laven, la rellenen y se vuelva a utilizar en tantas ocasiones como sea posible. Esta es una economía circular multiciclo que contribuye a frenar nuestra deriva hacia la catástrofe.
Pero este segundo tipo de economía circular hace tiempo que fue descartado por la industria, no interesa al gran capital. Es la trampa de la economía circular, de los estudios relativos al ciclo de vida de los materiales, la trampa del reciclaje.
Luego están los huevos fritos congelados envueltos en plástico o las naranjas peladas con más embalaje que una vajilla de cristal de Murano. Esta es la trampa de la estulticia del ser consumista, inepto y vago hasta las heces. El consumismo patológico del que adolecemos nos ha acabado transformando en tetrapléjicos funcionales —freír un huevo o pelar una naranja tampoco es para tanto, os lo aseguro.
Primero, reducir, reutilizar y reciclar. Por ese orden. Y reparar —la cuarta 'R'—, al mismo nivel que la reutilización. Decrecimiento también en la generación de residuos. Luego, ya sin trampa ni cartón de embalajes superfluos, comencemos a hablar de economía circular y ciclos de vida de los materiales. Lo demás son milongas que acabarán haciendo que nos vayamos al carajo. Si es que no andamos ya en ello.
Exacto Watson, dijo Sherlock
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