Me ajusto bien las antiparras de ver y contemplo con espanto como este país de todos los demonios continúa anclado en la Baja Edad Media. Aquella de la peste negra y el capitalismo incipiente surgiendo de las entrañas de la bestia agonizante del feudalismo. Esta, la de ahora, con sus ponzoñosos medios de manipulación masiva siempre al servicio de los mediocres tirando a necios, con más mala uva y menos corazón que Tomás de Torquemada. Esta, como la de aquel entonces, con sus cabezas cortadas expuestas sobre la picota como advertencia. Porque eso y no otra cosa son los jóvenes de Altasu, cabezas de turco en la picota de nuestros modernos inquisidores patrios. ¡Altsasukoak aske!
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