Aquelarre
Un buen chico, un fusil.
Un campo de batalla
sobre un mar subterráneo
poblado de sirenas,
y unos monstruos orondos,
tierra adentro, ataviados
con camisa y corbata
de piel de tiburón,
y una legión de tenias
—qué espantosa simbiosis—
en sus almas. Así
nos han ido quitando
el mundo de las manos,
dejándolo y dejándonos,
ranas en un caldero,
exhaustos a los pies
del último caballo.
Ilustración: Aquelarre, de Gustave Doré.
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