—Bueno. Qué agustito se está aquí cara al sol, ¿verdad, Alberto?
—¿Sol? Ojalá.
—Es una metáfora, Alberto. Fácil... los focos... el ADN falangista...
—Aaaah. Y que lo digas, Pablo Amoto. Pero deja que me ponga las gafas oscuras; ya sabes, pa disimular un poco.
—Cuéntame algún secretillo acerca de ti, de esos que nunca debería conocer el electorado.
—El rescate a la banca. Me hago el dormido cada vez que alguien habla de que hay que recuperar la pasta del rescate a la banca.
—Ja, ja, ja, qué ingenioso. Así les metes a los pardillos que te votan las trancas y barrancas... Aaaaaah, ah, ah, arf, arf, arf, ja, ja, ja, me meo to.
—Sí, porque en este país de anarcocomunistas, secesionistas y proetarras con los que pretende volver a gobernar el cara cartón de Sánchez, también hay mogollón de blandengues que, cuando los bancos a los que rescatamos con su dinero van a desahuciarlos, empiezan a llorar… ¿Sabes aquello de quién va, quién va? Yo estoy dormido, yo no he oído nada.
—Ja, ja, ja.
—Ja, ja, ja.
— [Suspiro]
—(...) Yo quiero tener un millón de amigos larilorilo larilorá... [Tarareando en voz baja.]
—Bueno...
—Bueno...
—¿Nos damos un pico?
—¿De tornillo?
—Aro.
El hombre veleta no es santo de tu devoción.....
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