sábado, 16 de marzo de 2019

Apuntalando el consumismo



Decía ayer Piqueras en las "noticias", que hemos mejorado mucho en España en lo que al asunto ese tan importante de reciclar se refiere. Que ahora estamos comprometidos con el reciclaje el 75 % de los españoles (creí entender, como también creo que se dejó caer
con la primera cifra que se le vino a la mente), mientras en 1960 sólo éramos un 5 %. Y se quedó tan ancho. Este sujeto debe tomarnos por imbéciles. En 1960, comprometidos o no, todo Dios reciclaba. O, mejor dicho, todo se reutilizaba. Los envases de vidrio eran retornables. Y los que no lo eran se reutilizaban en casa para almacenar y conservar alimentos. A por el pan se iba con una bolsa de tela. Los garbanzos y las lentejas nos los vendían a granel en un cartucho de papel de estraza. Igual que en un papel de estraza nos envolvían la carne y el pescado. También se vendía la leche a granel; y cada cual iba comprarla con su botella de vidrio. Y con los desperdicios de la comida se alimentaba a las gallinas y los cerdos. Teníamos no más de sendos pares de pantalones y camisas, que nos duraban años y que, cuando ya no daban más de sí, se reutilizaban como trapos de limpieza. No, en 1960 no había ni dejaba de haber conciencia de reciclaje, pero todo el mundo estaba comprometido, más por necesidad que por otra cosa y sin hubiese aparecido aún el concepto, con eso que hoy denominamos 'economía circular'.  Como no había sistema institcionalizado alguno de reciclaje; los primeros contenedores para la separación selectiva en origen de los residuos —también en esto llegamos rezagados con respecto a Europa y los Estados Unidos— comenzaron a aparecer tímidamente en España a principios de los 80. ¿Por qué, entonces, se despacha Piqueras tan a gusto con semejantes milongas? Qué pitera tiene dada Piqueras.

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