Extraños compañeros de viaje se dan cita en más de una ocasión en el mismo vagón del destartalado tren de nuestra política patria. Así, hoy los independentistas catalanes —tanto los de derechas como los de centroizquierda— se han instalado en el compartimento ocupado por la derecha radical de PP y Ciudadanos. Una derecha que, en su hoja de ruta, tiene más que previsto ir minando de manera progresiva, hasta desmantelarlo por completo, el Estado de las Autonomías, así como humillar hasta la saciedad, vía 155, al pueblo catalán en su conjunto. Y todo este viaje de los nacionalistas centrífugos codo con codo con los centrípetos, para, como viene pretendiendo en los últimos tiempos esa derecha radical españolista y antibolivariana, tumbar los presupuestos de un gobierno de derecha moderada y, partiendo de ese punto, a ese mismo gobierno. Un gobierno que, con sus errores y sus aciertos, venía trabajando para tratar de dar una solución dialogada al conflicto catalán. Amén de haberse comprometido a poner en marcha otra serie de medidas, muchas de ellas recogidas en el proyecto de Ley de los Presupuestos Generales del Estado, que, sin ser para nada revolucionarias, habrían supuesto, sin duda alguna, efectos positivos más o menos notables para los pueblos de España y, más concretamente, para las españolas y los españoles más desfavorecidos. Patriotismo este demasiado 'ligth' sin duda, pero también, hasta cierto punto, bien entendido. Nos movemos en un tren que marcha cuesta abajo y sin frenos por vía muerta. La pregunta no es si descarrilará o no. La pregunta es pa' cuándo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario