Hoy: YO, ROVOX.
Sinopsis:
Un destacado dirigente nacionalcatolicista muy español y mucho español, es alcanzado por un rayo cósmico llegado desde Gwendor, que —¡oh, albricias!— le activa un par de neuronas que hacía tiempo habían sido dadas definitivamente por muertas por parte de los más competentes y afamados neurólogos en el ámbito mundial. Gracias a tan inexplicable prodigio, el tío reflexiona durante un par de cronones, y llega a la conclusión de que su formación paleopolítica es en realidad una secta de ciborgs defectuosos procedentes del planeta Mongo, en la que no hay más que psicópatas altamente peligrosos. De modo que, tras arrancarse a bocados un escudo del pollo a todo color que lleva tatuado en el escroto —¡qué flexibilidad, Gensanta!—, escapa y se propone desenmascarar a sus hasta entonces compañeros de batalla. Pero aquellos terminan por descubrir las intenciones del felón y se lanzan desbocados a darle caza a caballo en dirección a Despeñaperros...
(Y hasta aquí puedo leer, que no quiero destriparos la trama. O, si lo preferís, no quiero hacer spoiler, que es una expresión que queda como mucho más 'cool' a la par que 'hollywoodense'.)
Con Habas Cal Conchocos en el papel de Ming el Despiadado; y un actor enmascarado, que ha preferido no revelar su identidad, como Rovox. Y los espectaculares cameos de Albert Rivera y Pablo Casado cantando cara al sol; y la aparición estelar de Will Smith interpretando al Príncipe de Bel-Air.
Cine político a lo Costa Gavras
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