¡Angelín, Angelín! : Aquí estoy, en las puertas del Cielo. Pero no me puedes ver, sólo oír, porque soy un alma.
¿Y ahora qué? : Llevaba once meses esperándote, los ángeles me han dicho que te reconocería por tu voz característica cuando llegaras el día de los Santos Inocentes.
¿Y que has hecho mientras tanto? Pues como aquí no hay tiempo, sino la eternidad, y ni se duerme ni se come, voy reconociendo a otras almas justas que moran en el paraíso celestial, como nuestros hermanos o mi marido, y charlamos de los recuerdos que hemos dejado en la Tierra, o no extasiamos con Dios, la Virgen María y su Corte de Ángeles, Santos y Apóstoles.
(¢) Carlos Parejo Delgado.
Gracias por dejar su recuerdo en la red de redes.
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