No es del gusto de los reporteros locales hablar de la mierda, polvo y fango de las cloacas municipales. Recordar que muchas de ellas fueron regatos, arroyuelos y riachuelos, orlados de huertas, que desembocaban en el río Grande.
Hay cloacas de ladrillo, bellas y espectaculares, de origen romano y árabe en la Sevilla intramuros, que rara vez son noticia. También hay cloacas donde llueven navajas, puñales, pistolas y algunas escopetas, con ocasión de redadas policiales. Éstas son las de los barrios marginales.
Los cientos de miles de habitantes de las cloacas sevillanas tienen un nombre: ratas. Y sus enemigos principales son los “hombres de blanco” que las fumigan causando grandes mortandades. No en vano, la rata urbana es uno de los animales más odiados por los hombres desde el inicio de la historia.
(¢) Carlos Parejo Delgado.
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