Los servicios meteorológicos habían descartado toda posibilidad de precipitaciones para aquella magna jornada de exaltación del espíritu nacional. Bastaron unos minutos de lluvia moderada para que, diluido el tinte patriótico barato que impregnaba la enorme bandera patria al viento que abría el marcial desfile, emergiese a la vista de todos la enseña pirata.
(En el país de los ciegos.)
(En el país de los ciegos.)
La climatología les jugó una mala pasada.
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