En la picota (XXI)
se ha transmudado el hueso
en lámpara
su hueco
sin tuétano es un pozo
de aceite al rojo vivo
se adentra en la maraña
de arañas y graznidos
a su paso
la telaraña acaba
en cenizas
atónitos
gruñen los perros
todo
apunta —o eso anhela
el hueso— a que ya nada
lo frenará en su avance
pero la grieta ha sido
sellada por los cuervos
con sangre de quimera
y las espinas guardan
ignífugas la angosta
entrada a la mazmorra
urdida con retazos
de mito bajo el domo
cerval de la caverna
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