En la picota (VII)
nada es eterno el sol
de vidrio ha comenzado
a abandonar su cénit
dejando sitio al frío
para que alce su reino
sin palacio ni súbditos
sobre la arena helada
las hormigas se baten
en retirada y llueven
tinieblas sobre el lecho
de astillas que alimentan
con su fuego la mueca
sin aire con que tizna
sus muros la caverna
es la hora de los cuervos
picoteando el costado
que lamieron los perros
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