miércoles, 26 de septiembre de 2018

Yo soy racista...


(...porque el mundo me hizo así.)

"No soy racista": así comienzan. "Excusatio non petita, accusatio manifesta." La tan estúpida como xenófoba y aporafóbica soflama que sigue, viene ilustrada con una fotografía de una serie de alimentos supuestamente arrojados a la basura por una mujer marroquí. O rumana, sudanesa del sur o colombiana; da lo mismo para los fines pretendidos. Una fotografía, la misma fotografía en muchos casos, tomada originalmente, según afirman, por todos y cada uno de los que la suben a la red, y en mil y un lugares distintos y muy distantes entre sí. El indiscutible don de la ubicuidad, tan frecuente entre cucarachas y gusanos.

"No soy racista, pero estoy comenzando a serlo. Porque hay muchas familias españolas pidiendo ayudas —ayudas que no les son concedidas— para alimentar a sus niños, y acabo de ver a una marroquina tirando esto a la basura." No, quien tales cosas difunde, no es racista ni por asomo, queda claro. Qué inenarrable bonhomía, cuánta e inquebrantable filantropía.

Pues yo, he de confesarlo, aunque procuro no serlo, sí que soy un jodido racista de mierda. Inevitable no serlo cuando uno lleva toda la puñetera vida siendo mal educado y bombardeado con ideas discriminatorias de todo tipo que arremeten con violencia contra los otros, los diferentes aunque iguales, los "nadies", que diría Galeano. Y así, como, aunque siéndolo, procuro no serlo, jamás doy crédito alguno a falacias de este u otros tenores similares. Porque ¿cómo dárselo si, entre otras carencias, en estas fotografías nunca aparece aquel o aquella que supuestamente arrojó la comida a la basura? Y, aunque así fuera, ¿qué derecho nos asistiría para generalizar alegremente en todo un colectivo la conducta reprobable de uno solo de sus individuos?

A lo que sí otorgo absoluta credibilidad es a lo que, tras los correspondientes estudios, se afirma desde el Gobierno de España respecto al desperdicio de alimentos. El pasado año, los españoles tiramos a la basura 1.229 millones de kilos de comida. 26 kilos por persona. Más de 100 kilos para una familia media de 4 miembros. Y eso tan sólo teniendo en cuenta lo que desperdiciamos en los hogares. La cifra se incrementa, y mucho, si tenemos en cuenta los alimentos desechados en procesos productivos, comercios y en el sector de la hostelería y la restauración. Hay fuentes que cifran el desperdicio total casi en 8 millones de toneladas anuales. Pero los "no" racistas se pretenden indignados y que nos indignemos con fotografías que no prueban nada y soflamas vomitivas contra los pobres inmigrantes pobres. No puedo más que, parafraseando al gran Fernando Fernán Gómez, dedicarles un tan sonoro como merecido "¡A la mierda, váyanse ustedes a la mierda!"

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