Qué cambio en el concepto
de mafia se ha operado
en los últimos tiempos
en la Una, Grande y Libre.
Los capos de las mafias
clásicas siempre han sido
sujetos avispados
-cuando no inteligentes-
y bastante resueltos,
pese a no haber pasado
-los más afortunados-
de la escuela primaria
o carecer de título
académico alguno,
procedentes de pueblos
o barrios miserables.
Unos hijos de un gran
proxeneta, pero hechos
a pulso por sí mismos.
España es diferente -qué Verdad
con mayúsculas de oro
del que cagase el moro
sin el menor decoro,
axioma irrefutable.
Porque en la piel de toro
los capos de las mafias
rampantes suelen hoy
ser niños de papa,
niños bien, de muy buena
familia -es un decir-;
auténticos palurdos
sin dos dedos de frente,
que sin haber abierto
un libro -en esto son
como los capos clásicos-
ni haber dado en su vida
el menor palo al agua,
amén de mando en plaza,
disponen de un currículo
académico de esos
de quitarse el sombrero
y el hipo a sobresaltos.
España es indolente -qué verdad
con minúsculas de esas
que nos empequeñecen.
Tommy Nawo, falósofo de arrabal, y, en ocasiones, doctorando no presencial y corrector magnífico.
La mayor sabiduría de los capos que dirigen España es su destreza en el alpinismo dentro de sus partidos políticos, hasta llegar a la cumbre del poder
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