La palabra "neonazi",
como otras similares,
no es más que un peligroso
y edulcorante oxímoron;
evitemos usarla.
Decimos la palabra
"neonazi" y al que escucha
le enviamos un mensaje
subliminal que eleva,
como si se tratase
de un águila imperial
alzando su nobleza
a las más altas cumbres, antesala del cielo,
la telúrica e infame condición
del gusano nombrado.
La palabra "neonazi" y su semántica
retorcida y falaz
nos termina más pronto que tarde sugiriendo
algo mejor, distinto
a lo que fue en su origen, renovado,
con más luces y menos
sombras, purificado.
Pero el fascismo es símbolo,
paradigma, sinónimo
de retroceso, vuelta
atras, involución,
regreso a las mazmorras,
las cavernas. No hay nada
nuevo bajo el eclipse
del fascismo europeo.
No hay nada, nunca habrá
renovación posible, nada puro
o, al menos, no tan malo
entre las alimañas que aún comulgan
con las rancias doctrinas
de Hitler, Mussolini
y el nacionalcatolicismo. Nunca
jamás serán los nazis
neonazis, ni jamás
serán neofascistas los fascistas,
ni los admiradores
de Franco neofranquistas.
Todos ellos han sido,
son y serán por siempre
nazis, fachas, franquistas
de todos los demonios o, mejor,
como Dios manda, crueles
sociópatas de golpe
hipócrita en el pecho, inquisidores
sin el menor respeto por la vida.
Por eso la palabra
"neonazi" no es más que otro
falaz, edulcorante
y peligroso oxímoron
a desterrar bien pronto de nuestro diccionario.
ECHO DE MENOS CUANDO ÉRAMOS HIPIIES Y A LOS FACHAS SE LES LLAMABA COMO TAL Y SE LES PERSEGUÍA PÚBLICAMENTE, AHORA TODO SON SILENCIOS ACOMODATICIOS EN NOMBRE DE LA TOLERANCIA Y LOS FACHAS SE CRECEN CON EL SILENCIO DE LOS DEMÓCRATAS
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