Dejémonos de milongas. No hay guerra -ni la ha habido ni la habrá- que no atente y de manera muy grave contra los derechos humanos. Porque en las guerras muere gente. Y no hay mayor derecho humano que el que todos tenemos a la vida.
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Por otra parte, en este asunto de los conflictos bélicos, deberíamos esforzarnos y mucho en todo lo relativo al uso que hacemos del lenguaje. Porque llamar guerra a un enfrentamiento en el que los unos, los agresores, están armados con tanques, drones y un sinfín de otros sofisticados artilugios destinados a matar, y los otros, los agredidos, no disponen más que de piedras y palos para defenderse, es tan indecente como aberrante. ¿No sería más acertado, a fin de aproximarnos todo lo que sea posible a la verdad, utilizar el término "masacre"?
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