lunes, 20 de agosto de 2018

Paisajes huelváticos (11). Las Marismas de Isla cristina y el río Carreras (Parte segunda). (Carlos Parejo)


Sus aprovechamientos tradicionales, como han sido las salinas y la pesca artesanal de estero, han languidecido desde mediados del siglo XX. Especialmente esta última que era un duro y sacrificado oficio. Dice una antigua crónica que: “Los peces que viven en ellos están ahítos de comer, por lo que sólo se les puede pescar con redes manuales, lo que exige meterse en el fango, a veces, hasta más arriba de la rodilla”. La caza menor ha sido otro aprovechamiento tradicional de estas marismas que ha entrado en decadencia y eso que estas marismas fueron un paraíso de conejos, de erizos, de lagartos, y otros pequeños reptiles.

Los funcionarios medioambientales, una vez declaradas paraje natural en el año 1989, han apostado fuerte pos potenciar sus visitas por el público en general, dotándola de numerosos accesos por distintos modos de transporte. En bicicleta, a pie o a caballo se pueden recorrer todos sus senderos. Incluso, el antiguo ferrocarril costero ha sido transformado en vía verde.

Además, su gran y magnífico molino mareal “El Pintado”, construido por un indiano rico en el siglo 18, ha sido convertido en el Centro de Interpretación:”El Hombre y la Marisma”.

¿Han dejado de ser productivas estas marismas?

Actualmente alternan luces y sombras al respecto, y hay emprendedores que han apostado por nuevas actividades integradas armoniosamente en este Paraje Natural como las salinas artesanales, las piscifactorías de estero para producciones de calidad como lubinas y doradas o el cultivo experimental de una de sus plantas más frecuentes, la salicornia, para abastecer a la “alta cocina” española como sustitutivo de la sal.

Incluso, en sus antiguas salinas nos podremos dar un baño peculiar con sales de magnesio, que actúa como relajante muscular para aliviar artrosis, artritis, psoriasis, verrugas, fibromialgia e incluso la caída del pelo o la falta de calcio.

(¢) Carlos Parejo Delgado.

Fotografía: Rodolfo Barón.

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