lunes, 13 de agosto de 2018

Paisajes huelváticos (10). Las Marismas de Isla Cristina y el río Carreras (Parte primera). (Carlos Parejo)


Unidas a las anteriores, las marismas de Isla Cristina, hoy declaradas Paraje natural (año 1989), son una de las varias marismas onubenses que actúan como fachada trasera de la franja litoral urbanizada para el turismo.

Si las hubiéramos visitado hace dos siglos, cuando se funda la Higuerita (actual población de Isla Cristina)las hubiésemos juzgado como terrenos estériles e improductivos para la agricultura, que todo lo más servían para pastos eventuales del ganado vecinal, y, sobre todo, como lugar para la pesca artesanal o de estero, con que los habitantes de la zona subsistían parte del año, más allá de las temporadas del atún y la sardina: “Fuera de las temporadas de la sardina y la almadraba del atún sus habitantes, mediante sus jábegas, se industrian en sus lavadas, espinelas, cazonales, tapaesteros, corvineras, nansas, carnadas y mariscos que aquí se crían, los más fecundos que se conocen…”: MIRAVENT, JOSÉ. Memoria sobre la fundación y progresos de la Real Isla de la Higuerita. Diputación 1824. Provincial de Huelva. 1982.

Tras un largo y prolongado silencio, en que casi nadie nos habla de ellas, a principios de los ochenta un escritor local - BLAZQUEZ, ENRIQUE. Tío Pedro el de Curra-Pescas y filosofías de bajura- Ayamonte 1968-1978. 1981- las elogia por su riqueza natural y, sobre todo, como refugio de aves silvestres. Y ello, en tanto que es un paraje querencioso para infinidad de aves propias de los humedales salobres. Así nos narra como son estas marismas en que habitan: “aves de todas clases. Preferentemente de zancudas y de palmípedas; aparte de gorriones, golondrinas y vencejos y algunas rapaces menores. Abundan las garzas reales, elegantes y presuntuosas, con su plumaje ceniciento a su lado, y su florón de cola; todas viven adentradas en el interior de las marismas y zapales. Los esteros son cada año, punto de concentración y partida de muchísimas cigüeñas que, venidas del interior, se reúnen aquí, en los últimos días de agosto y primeros de septiembre, antes de emprender su viaje hacia las tierras africanas.”

El periodista RETAMAR, PEDRO. Correlimos en la lengua de arena. Diario el País. 6 de junio de 2005 destacará posteriormente su condición de paraíso gastronómico para las aves limícolas o amantes de los fangos como flamencos y espátulas: “La escasa profundidad de las aguas que afloran con el movimiento de las mareas y las ingentes cantidades de limos y depósitos aluviales que aportan los ríos Guadiana y Carreras crean un mundo fangoso particularmente apreciado por aves limícolas como zarapitos, ostreros, archibebes y chorlitos. Y metidos de patas en las aguas saladas aparecen dos de las joyas aladas de Isla Cristina, el flamenco y la espátula… es uno de los últimos grandes paraísos de las aves migratorias.”

Esta excepcional riqueza de aves está emparentada con su abundancia de peces, su principal alimento, ya que los esteros que las surcan y serpentean en todas direcciones están poblados por variedades múltiples de peces que entran, del mar directamente o a partir de los ríos Guadiana y Carreras, por bocas y portillos que, desde la playa, se forman esporádicamente, y desaparecen de igual manera, con las mareas.

La vegetación natural del paraje natural de las marismas de Isla Cristina no es tan sencilla como a simple vista pudiera pensarse. Están aquí entremezcladas las plantas silvestres y árboles típicos de marismas, arenales y dunas costeras. Así, entre las especies vegetales, proliferan y se desarrollan a su aire, juncos, retamas, juníperos, chumberas silvestres, de higos rojos y unas pitas más verdes que cenicientas, con hojas muy anchas y algunos ejemplares gigantescos.

Amen de toda serie de arbustos de monte bajo, plantas propias de arenales y marismas y unos pocos pinos y eucaliptos aislados… Entre las peculiaridades vegetales se pueden encontrar las típicas plantas adaptadas al medio salino, como carrizos, salicornias y espartinas, pero además los complejos dunares que rodean los aguazales se hallan poblados de pinos piñoneros, sabinas y barrones, que alternan con pequeñas bellezas herbáceas, como el alhelí de mar, el cardo marítimo y la linaria.

(¢) Carlos Parejo Delgado.

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