Peor, por los efectos desertificantes que ello conlleva, que calentamiento global a todo tren y trapo, el del humor, como consecuencia tal vez del desuso creciente en que están cayendo tanto la inteligencia emocional como la empatía positiva, está camino de convertirse en nuestros días en el menos común de todos los sentidos. Y en uno de los más hirientes y chabacanos. Apaga y vámonos que esto se acaba.
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