miércoles, 4 de julio de 2018

Reflexiones de un poeta vocacional que, tras soñar con un buen plato de puchero con todos los avíos, despierta a la cotidianidad de su proverbial miseria


Me desgrano en espinelas
sonetos y madrigales...
Tanto tienes, tanto vales
—dicen— y, estando a dos velas,
me inquiero en mis entretelas:
¿puedo llamarme poeta?
Poeta o no, bobo; mi meta
perentoria es hoy yantar,
¡a la mierda poetizar
para siempre!; el hambre aprieta.


Ilustración: El poeta pobre, de Carl Spitzweg

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