¡Más justicia y menos circo!
Hay que dejar los juegos malabares
para la calle, el circo y los artistas
que dimos en llamar malabaristas
y saben del oficio. En otros lares,
con sus poltronas, púlpitos y altares,
nicho de magistrados y estadistas
y su corte sin fin de oportunistas,
ha de asentarse en sólidos pilares
y cimientos cualquier tejemaneje,
a fin de prevenir que en un descuido
todo se vaya al traste y el esqueje
de otro mundo mejor sea sustituido
por la simiente estéril del hereje
que hace, de la ilusión, fruto podrido.
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