Cuando la justicia es aplicada de manera discriminatoria —es decir, cuando la severidad o la indulgencia de los tribunales viene a depender en buena parte de quienes son las víctimas y quienes los autores del delito; y, en especial, cuando esa discriminación es perpetrada por sistema—, se está abonando el terreno para una copiosa cosecha de indeseables justicieros.
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