Orgullo y satisfacción
En las lindes viscosas
y cáusticas del légamo
una vaca sagrada
adicta a los pecados
echa el culo p'atrás
para evitar mamarse
el tufo que desprende
la carroña quemada.
Un chamán, entretanto,
tumba a un sueño en la piedra
negra de las ofrendas
al dios del cambalache
-Leviatán uno y trino
desafinado- y lo abre
en canal y devora
su corazón en vivo
y en directo. Las brujas,
con el terror tatuado
en sus miradas trémulas,
se ocultan en la cresta
de una ola arco iris
para llorar la muerte
de la lluvia en silencio,
en tanto el populacho
danza ebrio y sin zapatos
al son de la ordalía
que faculta al verdugo
para prender el fuego
donde se habrán de asar
las penas y las paces
que engordan al tirano.
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