Soneto monorrimo con estrambote de descargo
A aquel Jefe de Estado mamarracho,
pese a estar siempre ausente del despacho,
lo loaba y aclamaba el populacho
sin tasa, hasta las heces y el empacho.
Y celebraban de él que fuese un macho
ibérico sin par desde muchacho,
un semental pillando siempre cacho,
putero de postín y algo borracho.
También le disculpaban que el capacho
tuviese lleno al modo de un ricacho,
por ser el muy truhan buen amigacho
de déspotas y algún que otro fardacho.
Vaya un cacao o, si quieren, qué gazpacho
el de aquel populacho mamarracho.
(Y ahora advierto y remachó:
es mera coincidencia lo narrado
con hecho real cualquiera y todo estado.)
No sé por qué pero suena muy a Francisco de Quevedo tu poema sobre el poderoso caballero
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