Nunca he tenido pelos en la lengua
Nunca he tenido pelos en la lengua.
Si acaso pelusilla. Pero son
ya tantas y tan férreas las mordazas,
tantos los mamarrachos
de cara al sol y tantos los censores
pululando en las cloacas de este estado
detestable, que ya he solicitado
cita para, si existe,
suprimirla con láser.
Nunca he tenido pelos en la lengua.
Así que cualquier día de estos viene
el Diabólico Oficio —sólo a objeto
de que no desentone con mi lengua—
a tratar de raparme la cabeza.
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