La vía muerta
España es un andén
poblado de fantasmas,
donde los derrotados
y nunca convencidos
―porque no se convence
con pólvora, patíbulos,
prisión ni desmemoria―
aún siguen esperando
la llegada de un tren
con rumbo a la estación
del fin de la ignominia.
Mas se hallan los raíles
cubiertos, sepultados
debajo de una pátina
de maleza y herrumbre
hace más de ocho décadas.
Y así, permaneciendo
inmóviles, atados
a este andén en vía muerta,
hemos desembocado
―desde la libertad,
aquella libertad
ilusoria y tramposa
mal llamada sin ira―
en este mar de cólera,
esta ira que hoy esgrimen
los hijos ideológicos
de aquel adusto régimen,
contra las libertades
y derechos del pueblo,
de los pueblos de España.
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