lunes, 29 de enero de 2018

Historias de la Calle Alfarería (29). Crudo invierno (V) (Carlos Parejo)


Las temperaturas han vuelto a bajar bruscamente. A las siete de la tarde sopla un viento cruel y helador. Los portales de las iglesias trianeras son objeto de una sorda y encarnizada competencia entre los mendigos gitanos de ”Las Tres Mil” y los rumanos de las chabolas de ese territorio de nadie, junto al auténtico río Guadalquivir. Son demasiados para tan pocos feligreses que se atreven a ir a las misas vespertinas.

Tras pedir que le salga trabajo, una piadosa solterona escucha una dramática conversación en el portal del templo. Un gitano joven y pinturero se queja de que no le echarán limosnas suficientes para coger los dos autobuses de vuelta y deberá dormir en un parque próximo. Y, a la vez, consuela a una gitana gorda y sesentona. Ésta exhibe un cartucho vacío de su medicamento para regular una tensión arterial siempre muy alta. No tiene dinero para adquirirlo y siente mareos, nervios y sudores, no sabe si llegará a mañana. La feligresa se apiada de su dolor y, junto con el gitano joven, acuden a la farmacia de guardia más cercana. Pero, por no tenerlo apuntado en la tarjeta sanitaria (de la que carece) la pócima sanadora les sale por cincuenta Eurípides, lo que tiene la mujer en el cajero automático para llegar a fin de mes. Pero no se desespera, se le ha ocurrido una idea genial. Por su teléfono móvil solicita ayuda. Y desde la Torre Sevilla (antes Pelli) acude volando su ángel sevillano: El capitán Súper Nazareno. Al gitano joven lo despacha con un bono bus cargado con treinta euros. Coge en sus brazos a la gitana hipertensa y la aterriza en el centro de salud de urgencias. Le explica a la Directora que con sus auxilios humanitarios la Agencia Andaluza de Salud ahorrará más de cincuenta euros en ambulancia y personal para asistirla pero que, por lo que más quiera, le dé la cajita mágica con el medicamento a la viejecita gitana. La Directora accede y, cuando todo se tranquiliza, Súper Nazareno despega de nuevo con dirección a un solitario piso en “Las Vegas”. Allí prepara una sopa caliente y acuesta a la mendiga. Cuando vuelve a su observatorio es de madrugada. No ha resuelto ningún entuerto criminal ni de gamberrismo callejero, pero si siente muy satisfecho. ¡Si no fuera por ese inoportuno trancazo que ha cogido!

(¢) Carlos Parejo Delgado.

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