martes, 19 de diciembre de 2017

Un excelente poema este de Don Luis


Llega un tipo tan sombrío como estirado para formar parte del público asistente a un evento literario. Trae varios ejemplares de su poemario recién autopublicado debajo del sobaco. No ha venido para, emulando a Umbral, hablar de su libro. Ha venido a venderlo. Alguien le ha comentado que soy aficionado a la escritura, así que, supongo que como parte de su estudiada estrategia mercantil, entabla conversación conmigo, que soy en ese instante quien le cae más a mano.

-Bueno, así que tú también eres poeta.

-Poeta lo será usted. Yo no soy más que un torpe y humilde aprendiz de escribidor.

(No le digo tal cosa para halagarlo; simplemente me limito, sin intención alguna de echar unas manitas de póquer, a poner mis cartas al descubierto sobre la mesa. Pero el tipo se hincha como un pavo real.)

-Bien. Y dónde se pueden leer tus humildes textos.

-Tengo un blog.

-Eso está muy bien. Ya me gustaría a mi, pero... es que soy un negado absoluto para la informática.

-No lo habrá usted intentado lo suficiente. O ni siquiera lo habrá intentado. Administrar un blog es tan fácil como desvalijar la hucha de las pensiones en este país de todos los demonios, como lo denominó Cernuda -miento; me empieza a apetecer jugar un poco.

-Oh, sí, un excelente poema este de Don Luis al que haces referencia. Bueno, y cuántos libros tienes publicados.

-Ninguno.

-Ah... (rictus de superioridad y a la par desprecio).

Se acabó la venta.

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